Wiki Drama
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Nunca entendí el comienzo de mi propia historia, o pesadilla como otros suelen llamar. Pero es algo a lo que estoy acostumbrada, aunque esto no sea lo mejor para mi o para lo demás.

Mi nombre es Elizabeth Emilson y tengo 17 años, soy la típica chica que viste ropas oscuras para asistir a clases, que tiene el cabello de colores oscuros y el maquillaje gótico. Nunca me interese por hacer amigos, yo creo que son una pérdida de tiempo y que nunca son para siempre. Mis padres son los típicos modelo que siempre trabajan duro para poder darme todo lo que necesito, pero lo beneficiario para mi es que pueden dejarme sola la mayor parte del tiempo ya que deben viajar al extranjero con el motivo de “negocios”. Aunque yo sé que mi padre le es infiel a mi madre por más de 10 años, su motivos de viaje son para ir a ver a su otra familia; la que verdaderamente le importa.

Suelo pasar la mayor parte de mi tiempo encerrada en mi habitación escribiendo, leyendo o simplemente escuchando música. Tengo las notas más altas en mi instituto, por lo que mis padres no se preocupan por mi en lo absoluto, tan solo para avisarme que van a irse de viaje y que hay dinero sobre la alacena.

Un día comencé a sentirme sola sola, abandonada como si no hubiera nadie ahí para mi, ni siquiera mis padres y ahí es cuando comenzó mi historia.

Llegué de un día del Instituto con la esperanza que tal vez, solo tal vez mis padres estuvieran ahí esperándome con la comida sentados en la mesa para poder charlar de como estuvo su día. Pero no había padres, ni comida, ni nada. Pero encontré una pequeña llave que abría el mueble de mi padre donde escondía todas sus bebidas, solo lo abría cuando se sentía abrumado por la cantidad de preguntas que le hacía mi madre sobre su doble vida, la cual ella sospechaba. La llave era la correcta. Todos decían que el alcohol alivianaba las penas, así que decidí intentar. Todo era cierto, luego de una botella y media de Ron yo ya me sentía mejor. Pero luego de unas horas el efecto se esfumó y volví a la misma miserable vida otra vez.

Mi madre llego temprano esa mañana y me encontró en el baño vomitando todo aquel alcohol que había tomado, pero solo le dije que era algo que había comido en mal estado. Vivíamos en una casa grande en la ciudad, pero por decisión de mi padre nos mudamos a las afueras ya que era todo más tranquilo y yo podría tomar un poco de aire fresco.

Nos mudamos un mes después, todo fue repentino pero yo seguía asistiendo al mismo Instituto con la diferencia que mi padre me regalo un auto para poder llegar a tiempo, ya que ni el ni mi madre podrían llevarme. Esta casa era aún más grande y tenía muchos lugares para recorrer, todo era lúgubre y olía a humedad lo que hacía que me gustara más aún. A la salida habitual del instituto decidí ir a comprar un par de libros y una tabla ouija. Había escuchado que podía de esa manera contactar con espíritus, pero yo no lo creía. Todo era por diversión. Encontré un negocio, que estaba en el medio de un callejón, escondido donde solo podrías llegarlo a ver si pasabas por allí.

Al entrar me atendió un chico de cabello oscuro que estaba fumando y leyendo detrás del mostrador, me llamo la atención el tatuaje que se le notaba desde el cuello de su remera. Se sorprendió al verme entrar, era algo lindo y eso que yo no pensaba ni miraba nunca algún chico.

Yo para no tener que hablar con el más que lo justo y necesario comencé a buscar lo que necesitaba para poder largarme de allí.. Pero el se acercó a mi

-          Hey, tu ¿Qué estás buscando?

-          Estoy buscando una tabla ouija, y libros relacionados. -Contesté segura y determinada-

-          ¿Una tabla ouija? ¿Con quién piensas conectarte en el más allá, Frida Kahlo? – dijo en tono burlón con la esperanza de que su comentario me molestara-

-          Eso no es asunto tuyo, tu solo dámela, la pago y no me ves nunca más. ¿Trato?

El se ausento un momento y fue al fondo a buscar la tabla, trajo con el tres libros distintos. Al levantarlos para poder apoyarlos dejo a la vista el tatuaje que tenía en su brazo izquierdo era como una especie de de ojo realista, de una mujer derramaba un lágrima. Pero se bajo las mangas una vez que lo vi, creo haberlo incomodado al intentar sacar algún significado de el.

-          ¿Esto es todo lo que necesitas? –dijo seriamente-

-          Hm, si creo que está todo.

-          Creo que deberías tener cuidado, niña. Esa tabla usada correctamente no es un chiste.

-          Creo que deberías meterte en tus propios asuntos, ¿no es así?

-          Yo solo decía, por cierto mi nombre es Thomas y este es mi número por si algo de lo que quieres hacer no resulta o simplemente quieres a alguien ahí. –dijo amistosamente esperando una respuesta positiva-

-          Gracias, pero creo no necesitarte. ¿Es todo? Tengo prisa. –dije seriamente, tomando su número-

-          Pues creo que es todo, pero ¿te irás sin decirme siquiera tu nombre?

-          Elizabeth, pues ¿cuanto es?

-          No es nada, llévatelo por mi cuenta.

-          Gr-gracias Thomas, es un lindo gesto, tal vez te llame alguna vez por el gran favor – dije sonriéndole, pero el seguía serio-

-          Adiós Elizabeth

-          Adiós Thomas

Fue el momento más largo de toda mi vida, sentía algo que nunca me había pasado con anterioridad y me sentía impotente y estúpida. Pero decidí no darle interés y seguir mi vida. Subí a mi coche y regresé a casa, pero pare por un mercado a las afueras de la ciudad antes de llegar a casa para poder comprar algo para cenar. Termine comprando tan solo, una botella de vodka, y un paquete de dulces.

Al llegar a casa tomé un baño, me serví un vaso de vodka y comencé a leer. Eran alrededor de la medianoche cuando me levanté abruptamente por el ruido del timbre. Decidí bajar y al abrir la puerta, me lo encontré en la entrada parado con la cara más desconcertada que la mía. Estaba lloviendo asique lo invité a pasar, y encendí el fuego para que se secara un poco más rápido

-          ¿Qué haces aquí?

-          No sabía que vivías en la antigua casa de los Archer.- dijo investigando la casa con la mirada-

-          No sabía que tenía dueños, aún no la termine de revisar asique debe ser por eso.

-          Deberíamos usar la tabla ouija, solo por diversión.

Y así comenzó nuestra noche, yo solo estaba aburrida pero el no tanto. Comenzamos con un par de tragos y yo ya veía todo borroso, creo haberme desmayado en el sillón de el living.

Cuando me levanté me encontraba en mi cama, tan solo con una remera y atada a la cabecera de mi cama. Sentía un terrible dolor de cabeza, pero también un poco asustada. En mi habitación no había nadie. Eran alrededor de las 2 de la mañana y vi como la puerta comenzaba a abrirse, era Thomas con su mirada perdida que se acercó hacia mi para darme un beso en la mejilla y fue allí cuando mi corazón no paraba de latir era como una mezcla de terror y excitación que no entendía por qué.

Puso su mano derecha sobre mi muslo y comenzó a subir hasta mi panza donde se quedo un rato, pensativo y ambos en silencio.

-          Deberíamos irnos, escaparnos juntos.

-          ¿A dónde Thomas? Apenas te conozco, suéltame no me hagas daño.- dije entre medio de lágrimas, esperando convencerlo-

-          Si tengo que dejarte, tendría que matarte. Y no quiero, siento que me sirves para algo que aún no se.- dijo mirándome directamente a los ojos-

-          ¿Matarme? ¿Por qué? ¿Qué te echo yo a ti? Solo déjame ir, y prometo no decirle nada a nadie.

-          No lo haré y nos iremos ya mismo. Siento que algo saldrá de todo esto.- dijo seriamente mientras introducía su mano en el bolsillo, sacando una jeringa-

Me pincho con algo que hizo que me durmiera profundamente, y no pude moverme el miedo me dejo paralizada. Al despertar me encontré en una habitación oscura pero en una cama matrimonial, atada a ella de la pierna con una cadena que hacía que no pueda irme de allí. No había nada allí, ni padres, ni ayuda, ni nada. Me sentía más sola que nunca. Pero Thomas se encontraba allí observándome desde la oscuridad.

-          Sabes, es la primera vez que hago esto y no me esta saliendo para nada mal.

-          Thomas déjame ir, no sirvo nada para ti. Solo, déjame ir

Pero él se abalanzo sobre mí, dejándonos cara a cara. Su mano comenzó a abrir la camisa que tenía puesta lentamente, botón por botón mientras susurraba en mi oído lo hermosa que era. Yo de alguna manera me sentía bien, como que eso me gustaba y no podía creerlo.

-          Thomas, espera.. y-yo soy virgen y no se nada de esto. Por favor, no me lastimes.- le dije con la intención de que me deje ir.-

-          Nunca lo haría, tu solo déjate ir.

Antes de desabrochar el último botón de mi camisa, prosiguió a besarme de una manera tan apasionada en donde mi boca tan solo siguió los pasos de la suya, se subió sobre mi y comenzó a besar mi cuello. Sentía un tipo de éxtasis que nunca había experimentado antes, y eso me daba miedo. Comenzó a bajar, hasta llegar a mis pechos donde comenzó a besarlos, morderlos. Mis respiraciones eran cada vez mayores y él lo notaba. Llego hasta mi ombligo donde lo beso, y me miro directamente a los ojos. Siguió bajando y besando mis caderas, y mi ombligo buscando la manera que yo lo deseara aún más, y eso le estaba funcionando.

Saco mi ropa interior y siguió bajando y comenzó a besar mi clítoris haciendo que yo me estremezca más y más. De momento dejo de hacerlo para poder sacarse la remera y su jean. Tan solo se quedó en bóxers, y volvió a besarme pero me acercó aún más a el y así bajó sus bóxers e introdujo su mimbro dentro de mi haciéndome gemir. Se acercó a mi oído y comenzó a besarlo, mientras se seguía moviéndose  dentro de mi. No había nada que me hiciera sentir ese tipo de sensación. Me acerqué a su oído..

-          Más Thomas, más fuerte. - le susurré-

El siguió mi orden y fue todo más fuerte pero sin perder ese toque de sensibilidad por ser mi primera vez. Se detuvo y me puso sobre el, guiándome para que ambos nos moviéramos al mismo ritmo, mientras jalaba de mi cabello seguía dándome besos en el cuello y rasguñando mi espalda haciendo que yo gimiera, más y más aún. Antes de acabar, se alejo de mi, e introdujo su miembro en mi boca haciendo que lo lama, haciendo así que acabe sobre mi y todo mi cuerpo.

Prosiguió a desencadenarme y me levantó para llevarme al baño, que se encontraba arriba. Era una casa vacía en el medio de la nada.

-          Vamos a ser tan solo, nosotros dos. Nadie más.

Ahí entendí que él se sentía solo igual que yo. Llegamos al baño, y nos duchamos juntos pero más apasionados que nunca. Debería odiarlo, pero no porque yo verdaderamente lo deseaba. De alguna manera yo entendía que estaba mal, pero mis sentimientos eran más fuertes que yo.

Pasaron así dos años, desde que deje toda mi vida atrás. Pero no extrañaba nada, si me faltaba todo. Thomas había traído a casa a otra muchacha, pero no me lo había dicho, hasta que la encontré con ella luego de que yo haya llegado de la tienda. No le había echo nada, pero de solo pensar que podía cambiarme enloquecí y tome la cuchilla de la cocina. Regresé a la habitación y le corte la garganta de lado a lado. Prosiguiendo así a besar a Thomas, terminando en nuestra habitación del sótano. Nuestras relaciones eran cada vez mejor, de cierta manera eso que comenzó extraño termino en cariño y amor de una manera muy bizarra. Nos deshicimos de la chica, prendimos fuego en nuestro patio trasero y la vimos arder juntos con un paquete de cervezas al atardecer. No podía sentirme más felíz creo, que siempre estuvimos destinados a estar juntos.



Siempre íbamos al cementerio de noche, tan solo para tener sexo sobre tumbas de personas que ni conocíamos. Lo veíamos excitante y nos sentíamos poderosos. Nunca cambiamos, ni siquiera hasta el día de hoy.

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